miércoles, 14 de agosto de 2013

Murió Alejandro Otero, el policía que venció a los tupamaros

No sé cómo empezar a escribir esto, pero debo hacerlo por él, por todo lo que ha significado para mí, pero fundamentalmente para Uruguay.
Es tanto lo que querría decir y no puedo; no me salen las palabras. Quiero expresar lo que siento y tampoco puedo. Es imposible sintetizar en un artículo la azarosa vida de un héroe y Alejandro Otero lo es, y no lo digo en tiempo pasado, porque quiero creer que él aún está allí, esperándome como siempre para seguir trabajando en la segunda parte de sus memorias.

No voy a entrar a contar detalles de su vida, solo quiero hablar del amigo que ya no está. Decir lo que siento y lo que ha significado Alejandro Otero en la mía.
Cuando hicimos el primer libro: “Llamen al comisario Otero”, me costó convencerlo; no quería ser protagonista y sin lugar a dudas lo era, porque sin él quererlo, el destino lo había elegido para el rol protagónico.
Fue el hombre que advirtió primero que nadie la existencia de un grupo subversivo armado en Uruguay y nadie le creía. Y cuando todo ya era evidente, fue el policía que enfrentó a la guerrilla tupamara y la desbarató empleando métodos legales, no apelando a la tortura y eso hoy lo reconocen sus propios adversarios.
El actual ministro de Defensa y ex líder tupamaro, Eleuterio Fernández Huidobro, reconoció en un artículo hace varios años que: “A fines del ’66 y a fines del ’70. Siempre reconocimos que si en aquel entonces no hubieran intervenido otros comisarios y otras dependencias que se creían mejores, Otero nos hubiera liquidado”, contó.
El también ex integrante de los tupamaros, Mauricio Rosencof, tuvo un encuentro con Alejando Otero en 2008 y luego narró a los medios de prensa: “Con Otero nos dimos la mano, nos saludamos amablemente, nos recordamos. Otero nos combatió pero a un nivel muy limpio”, destacó.
El histórico jefe tupamaro Raúl Sendic, también habló en esa época sobre el joven comisario que les combatía y no les daba respiro. El propio Otero cuenta en sus memorias: “Recuerdo que Raúl Sendic declaró en un semanario en esos años, que los compañeros tuvieran cuidado si caían presos en Inteligencia y Enlace, porque allí había un oficial jovencito, de flequillo, que no grita, que no se altera, pero que te pregunta y te pregunta, te hace caer en contradicciones, y uno termina preso”.
Otero luchó contra todo; contra los tupamaros y contra sus propios jefes que le exigían que trabajara con los agentes de la CIA que trataban de “asesorarle”, algo que nunca aceptó y que le costó el cargo, aunque logró desarticular a la guerrilla tupamara, demostrando que sus métodos eran mejores que los que pretendían imponerle.
La vida de Alejandro Otero es imposible de narrar en un artículo y el tiempo que me llevó conocer su vida y estar a su lado para contar en un libro su historia, hicieron que naciera entre ambos una sólida amistad que fuimos cultivando desde que nos conocimos en 2007.
Nunca dejamos de vernos y hablar, no importaba si era de tarde o de madrugada. Muchas veces amanecía y nosotros estábamos hablando por teléfono.
Quiero pensar que esta noche, como siempre, hablaremos y comentaremos mil cosas, de política, de fútbol, de Peñarol y de la vida.
Camino por la sala y no quiero mirar el teléfono, tengo un nudo en la garganta; porque sé que Alejandro no volverá a llamar.
Raúl Vallarino
Artículo original de ICN Diario